Hace unas semanas cenaba con unos amigos. Ella, oncóloga y él, neurocirujano.
Hablábamos sin parar... Sobre el origen biológico de las enfermedades mentales y lo que aún le queda a la ciencia por descubrir (él); sobre la industria farmacéutica y su primer puesto en el ranking de beneficios económicos durante este último año (él también); sobre lo que funcionaba y lo que no en nuestros servicios (los tres); sobre todas nuestras limitaciones profesionales y humanas (los tres, sin duda), y sobre muchas otras cosas que mi frágil memoria ha decidido olvidar.
Durante nuestra interesante charla, ella, hacía alusión al CRÓNICO para referirse a las personas psicóticas, como si tal cosa. Como si el defecto y el deterioro fuesen parte intrínseca e indiscutible de las enfermedades mentales graves. Qué digo parte, como si el deterioro y la condena a perpetuidad lo fuesen todo.
Hace un tiempo yo misma no hubiese prestado especial atención a este término. De hecho, no hace demasiados años, diez para ser exactos, comencé mi residencia en Psicología Clínica escuchando hablar de los crónicos, del patio de los crónicos, de las unidades de los crónicos, de la amotivación de los crónicos y de lo poco que podíamos hacer con los crónicos los de mi gremio.
Esta idea, sin embargo, comenzó a resquebrajarse durante mis primeros contactos con ellos: ¿los crónicos? Y ya entonces me asaltaron las sospechas.
Y es que más allá de los efectos residuales del propio trastorno mental, que no voy a poner en duda, la cronicidad es un artefacto provocado por otros muchos factores como:
- la propia institucionalización,
- la socialización en el papel de enfermo y paciente a la que sometemos, los profesionales, el sistema, la sociedad, a las personas afectadas,
- la falta de estimulación, programas y terapias enfocados a la recuperación,
- la carencia de oportunidades económicas de estas personas que a su vez da lugar a un descenso en el estatus social, con todos los efectos colaterales consiguientes (muy cronificante eso de tener que sobrevivir con menos de 350 euros al mes, que es lo que se cobra por una pensión no contributiva, por cierto),
- los efectos de la medicación,
- la falta de expectativas y esperanza del entorno sanitario, familiar y social,
- el autoestigma y la profecía autocumplida del tipo: soy un enfermo grave que poco puede esperar y hacer, actúo en consecuencia a esta premisa y magia!, poco espero y poco consigo.
En definitiva, mis sospechas iniciales cristalizaron en una idea básica: estar permanentemente enfermo no es siempre un principio indiscutible e irremediable de las enfermedades mentales graves.
Hay vida más allá de esa fulminante y desoladora cronicidad de la que hablaba ella, mi amiga oncóloga, y se llama recuperación, esperanza y amplitud de miras.
O al menos a una conclusión parecida llegamos antes del postre.
Texto escrito por Esther Sanz (Psicóloga Clínica Área Externa Salud Mental Tenerife).
14 comentarios:
Me encanta tu apreciación, el denominarlos "crónicos" como tú bien dices es colgarles una etiqueta, una estigmatización que ya les aboca al deshaucio y sólo queda apartarlos de la sociedad para que "no molesten".
Hoy en día se tiende a llevar más al usuario a la comunidad, y en su medio (aunque muchos vienen de familias patológicas o desestructuradas) la enfermedad tiende menos a la cronicidad y disminuye esa angustia vital de la que adolecen.
Ole ole y ole.
Se puede decir más alto pero no más claro. Ese pensamiento de que si los pacientes mejoran el logro es de la medicina, si no mejoran la culpa es del paciente hay que combatirlo.
Un dato: los trabajos de campo en comunidad terapéutica (Bleger o Garcia Badaracco, no recuerdo) vieron que mejoraban más los pacientes con cuidadores jóvenes, y motivados que pensaban que el paciente iba a mejorar (es decir, con ganas). Quizas sean las neuronas espejo.
Berrios hablo de esto en BCN y en breve haré un resumen de algunos puntos de su charla.
Echaba de menos estas entradas....
Un abrazo y ánimo, hay que luchar contra prejuicios para evitar que la institución sea vivida como un "aparcamiento de psicóticos"
Muy buena entrada.
Una de las razones por las que se dan los casos de psicosis por perdidos, además de todas las que comentaste, es el desconocimiento "psicológico" de lo que es una psicosis, de dónde sale, para qué sirve, cómo se sale de ella y cómo se vive después de ella, qué relación establece la mente sana con su "parte voladora" y cómo se puede trabajar esta relación. La medicación, si bien puede ayudar a garantizar una cierta calma (basada en la ralentización de la actividad mental, básicamente), obstruye, con esa misma calma, los procesos necesarios para enfocar la psicosis como algo conocido, como parte de uno con el que se puede establecer un diálogo constructivo, de cara a miniminizar el efecto "abducción", sustituyéndolo por una relación del tipo: te conozco y te identifico, por tanto no vas a ganar esta vez.
En muy poca literatura especializada se ve siquiera el intento de la posibilidad de un abordaje psicológico en estos términos, aunque la que existe compensa con creces, cualitativamente, la cantidad de discursos "cronificadores" (eso sí, muy rentable para amplios sectores que nunca son el propio usuario de los servicios de salud mental).
Quizá no sea así para siempre.
Un saludo.
Gracias a los tres por vuestros comentarios.
Como dice ANAIS, la etiqueta, el lenguaje utilizado puede abocar al deshaucio. En este sentido, he de reconocer que el término crónico, utilizado como definición absoluta y simplificadora de la psicosis, cada vez está más en desuso y se oye menos (al menos, en mi entorno).
MIGUEL, también comparto tu idea de que sin esperanza no hacemos nada. POr supuesto que también son necesarios otros ingredientes en la coctelera y desde Saltando Muros, NO queremos promover una crítica radical hacia los psicofármacos, los cuales, utilizados con rigor y racionalidad, son una herramienta muy valiosa en el tratamiento de muchas enfermedades mentales.
ETIQUETADA, como ya sabes, te escuchamos y valoramos tu perspectiva personal sobre la psicosis. Seguiremos atentos a tu forma de entenderla y abordarla, pues, al menos en mi caso, me queda muchísimo por aprender.
Besos.
Esther.
Preciosa y lúcida la entrada. Hay que divulgarla. Una vez más estoy impresionado también por el comentario de etiquetada, creo que tiene muchas cosas que mostrar y que enseñar, todo un descubrimiento....Un saludo.
Una entrada genial y certera. Qué suerte poder contar con tus palabras y tu trabajo, Esther.
Un abrazo.
PACO, estoy contigo, tanto etiquetada (brillante en sus argumentaciones) como todas las personas que padecen un trastorno mental grave, son a las que tenemos que oir. Eso no significa darlo por bueno todo ni estar de acuerdo con cualquier planteamiento. Significa ( para mí, por supuesto) adoptar una nueva mirada y una nueva actitud. Enriquecer nuestro trabajo. Bajarnos de los púlpitos y poner los pies en la tierra, aunque nos manchemos. Legitimar la palabra del loco y alentarle para que nunca se calle. Y darnos cuenta de lo poco que sabemos y de la necesidad de nuevos abordajes y tratamientos.
JOSE, sobra decir que el sentimiento es mutuo.
Besos.
Esther
FANTASTICO EL BLOG, SIEMPRE LO LEO CON INTERES.CELIA
Felicidades de nuevo Esther, no sólo por lo que dices y cómo los dices, sino también por lo que sientes y cómo lo sientes.
Quizás mañana serán los especialistas los que hablen más del sufrimiento porque empiezan a entender algo y las personas con diagnóstico de cómo sobreponerse, porque sientan que deben de empezar a hablar de cómo iniciaron el camino del regreso.
Estamos en ello..., pero te aseguro que volveremos y casi todas, para quedarnos.
CELIA, me alegra que nos sigas y espero que tu familiar esté bien.
ANÓNIMO/A, mi más sincero agradecimiento por tus palabras. Espero estar ahí cuando volváis y os quedéis.
Besos.
Fantasticas reflexiones y que yo resumiría en "fabricando en serie enfermos mentales", como ya te he dicho en alguna ocasión. Años con esta forma de tratar y entender las cosas, y cuando en un momento puntual ves a una persona que ha sufrido esto, ya no tiene que ver con lo que era.
Creo que todos estos factores que mencionas se deberían de tener muy en cuenta y muy presentes para no "fabricar" enfermos desde instituciones donde se supone tendrían que sanarlos.
La palabra crónico me parece que en muchas ocasiones es conveniente para algunos y se convierte en justificación de muchísimas cosas. Y no estoy diciendo que sea algo consciente o hecho adrede, digo que los seres humanos confundimos lo que es nuestro con lo que es de los demás. Mi impotencia es mia, mi rabia también, mi vida por supuesto, y muchas veces actuamos sobre el exterior entendiendo que tiene que ver con esas cositas que son solo responsabilidad nuestra y problema nuestro.
Añado que comprendo la complejidad del problema y que solo estamos obligados a hacer lo que podemos.
SAludos y que se repitan mas como esta.
JESÚS, me ha venido a la cabeza al leerte una definición del fanatismo que dice que su esencia consiste en el deseo de obligar a los demás a cambiar. El fanático quiere salvar al otro, convertir al otro en el objeto de sus deseos, se desvive porque así sea, sin tomar distancia de sí mismo ni de su mundo. Identifica su verdad con la verdad, se empeña en encontrar diferencias con el exterior, subsistiendo, incluso, en su forma de vivir una sensación de altruismo y sacrificio.
Al leer esto lo primero que hice fue pensar en mí misma. Como tú bien apuntabas sobre el imbécil que todos llevamos dentro, analicemos también al fanático, que seguro que algo encontramos.
Besos.
Esther.
Hombreeee, Esther el tema del fanático me ENCANTA. Un buen amigo mío al que tu conoces tiene una frase que siempre recuerdo y que me hace reir, "todos llevamos dentro un Pinochetito".
Hay muchos "nosotros" con el que lidiar, de ahí la complejidad tremenda de lidiar o tratar con "los otros". Reducir esto a una cuestión de química y diagnóstico es pa´descojonarse.
Besos y abrazos.
Fantástica entrada Esther!
Para mí, hoy en día a las personas aún se les denomina en SM con los términos "crónico o residual", olvidando el diagnóstico específico e incluso, lo más grave, se les impide o no tienen la oportunidad de elegir un proyecto de vida, obviando que las crisis(descompensaciones) son transitorias, porque si no hay síntomas no hay “enfermedad", nadie está descompensado permanentemente...NO SABEMOS APROVECHAR SU MOMENTO para darles esa oportunidad de elegir, de respetar su ciudadanía.
Un abrazo
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