Desde muy pequeñita la sociedad me enseñó lo que eran los llamados “Locos”. Entre lo que me decían aquellos mayores que “sabían” y lo que veía en televisión, imaginé lo que era un manicomio: un lugar frío, oscuro, muy tenebroso en donde estaban encerrados los “locos” que gritaban desorbitados, con caras blancas y ojos saltones. A los “locos” los tenían amarrados a las camas con correas de fuerza para que no se escaparan, pero a veces conseguían soltarse e iban al Puente para tirarse.
Todo esto y más conseguí imaginar y creer. Pero qué gran sorpresa me he llevado en esta semana en la que me han permitido vivir un poquito dentro del Hospital Psiquiátrico de Santa Cruz de Tenerife. He de reconocer que en las primeras horas en la unidad de subagudos estaba inquieta y con miles de alarmas hacia los pacientes ingresados. Pero a media que fue pasando la mañana me di cuenta de algo muy importante: ¡SON PERSONAS!. La verdad es que aparentemente algunos parecían no tener ninguna patología psiquiátrica, parecían ser como tú y como yo, pero me animé a averiguar un poquito más sobre cada uno. ¿Qué cómo lo hice? Pues verás, utilizando algo tan sencillo y complejo como es la palabra, sentándome a su lado y hablando como podría hacerlo contigo. Fue en ese momento donde pude detectar algunos rasgos que describían su patología.
Dentro del grupo hay personas muy inteligentes. Muchos creemos que los pacientes con trastornos mentales pertenecen a clases sociales bajas pero no es del todo cierto, ya que he podido comprobar como médicos, profesores, etc también los padecen.
La labor que llevan a cabo Enfermeros, Auxiliares de Enfermería, Psicólogos, Psiquiatras, Instructores de talleres, etc es impresionante porque, según lo que viví, es un trato exquisito e individualizado, comparable a una gran familia en la que unos se cuidan a otros. ¡Enhorabuena!
Por último, mencionar, como no, la sesión de Ejercicio y Risoterapia que se nos permitió llevar a cabo a los alumnos. Al principio andábamos algo inseguros sobre la efectividad de la idea, no sabíamos si conseguiríamos tocar la fibra de la risa. La experiencia fue maravillosa ya que pudimos ver aquella parte oculta de los pacientes de la unidad de Subagudos: LA SONRISA. Especialmente me marcaron dos personas ingresadas a los que nunca había visto reír ni emocionarse al recibir de otro compañero una tarjeta que lo definía positivamente. Aquello se me quedó muy grabado y me ha dado muchas fuerzas para seguir luchando por mi futura profesión: La Enfermería.
Sin más y con un hasta pronto me despido del personal y de los pacientes con los que he crecido y aprendido a ser un poquito más persona.
Fdo: Sara Pérez Quintero.
E.U.E. Ntra Señora de La Candelaria.
Aquí puedes oir el audio con las reflexiones de Sara (Haz Click)
2 comentarios:
Fantástica Sara.
me ha encantado el relato de tu experiencia.
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