lunes, 4 de julio de 2011

Carta a un familiar o allegado de bipolar (por A.D.P.P.)





Quiero contar la historia de familiares a los que veo con admiración entender sin miedo, con sencillez, sin palabras. Veo como buscan la mejor comprensión y llegan a ella, sin afectación. Veo respeto, cariño y paciencia, que son los ingredientes principales. Esta enfermedad que aparece como una tormenta y desaparece y deja resaca, es fácil de entender, para los familiares que se acercan a descubrir los detalles. No a través de esa información que aparece en internet y que angustia y despista más que ayuda, sino de los que visitan las reuniones de las asociaciones o grupos de ayuda mutua. Como a un niño que se siente mal y no  tiene palabras para expresar su dolor, nos sentimos en los peores momentos y simplemente una caricia te alivia. Quisiera expresarles a tantos enfermos lo afortunados que son. Sus familiares buscan ayuda, sin saber si existe. Veo como personas sencillas comprenden más que otras muy preparadas. El amor puede abrir puertas a esa comprensión. Y sabes cuando una familia es reparadora y acompañadora en la tormenta. Pero también son constantes en los buenos tiempos. No se comportan como víctimas,  ni sobreprotectoras, no hay miedo. 
Pueden encontrar aquí características donde cada familiar encuentre uno o varios puntos con los que se sienta identificado. Tal vez ninguno, pero nunca es tarde para la comprensión y el respeto. 
Qué afortunados son los que no están solos y los que acompañan y los que recuperan a los que se han perdido.
Pienso al escribir en:
 Los que no utilizan la enfermedad para herir y menoscabar, los que valoran la lucha diaria del enfermo por sobrevivir, y elogian su mérito por cada tormenta superada.
 Los  que no juegan con la inseguridad y la debilidad.
Aquellos que no te abandonan.
Quienes te miran a los ojos en las buenas y las malas y saben que tú estas ahí, que sigues ahí entre la maraña.
Los que ayudan a otros familiares a comprender en pocas palabras.
Los que se enfadan cuando te descuidas, cuando haces cosas que te perjudican.
A los que están por navidad, haciéndote sentir que no hace tanto frio y se preocupan por qué no estés solo en esas fechas.
 Los que no se ríen de tus intentos por seguir a delante y retomar tu vida.
 Aquellos que te sacan de la cama y te llevan a pasear, cuando no puedes con la vida, o te invitan a quedarte en casa cuando quieres escapar al mundo.
Los que saben por qué te tomas una coca-cola a media mañana, porque saben de los efectos de las medicinas.
 Los que comprenden tu relación con el dolor y que es tu compañero más fiel.
Porque aceptan la enfermedad y su cronicidad pero también saben que es episódica, es decir que no está siempre activa.
Los que te hacen la vida mejor y te animan a vivirla.
Los que escuchan las noticias que afectan a la enfermedad con la esperanza de nuevas expectativas.
Quienes aún sintiendo miedo siguen a tu lado.
A los que no tienes que recordarles que eres un triunfador en cada tormenta por levantarte después de cada caída.
Los que no sienten culpa y te lo hacen saber.
Los que no te tratan como a un niño ni como a un extraterrestre.
Los que sufren cuando te ven mal pero saben que pasará.
 Los que te preguntan lo que pueden hacer para ayudarte, escuchan y aprenden.
Los que saben que los pensamientos suicidas no son un capricho tuyo, sino un síntoma de la enfermedad, que la medicación y una compresión de cómo desactivarlos, son el mejor remedio, y si le añadimos unos paseos tranquilos, mejor.
 Los que aunque no comprenden nada siguen junto a su familiar, porque algún día comprenderán.
A los que esperan a que su familiar acepte la enfermedad y tome la medicación.
 Los que se psicoeducan.
 Esos hijos que  a pesar de ver a su padre o madre enfermo, lo respetan y dignifican.
 A los que aún estando enfadados con la enfermedad acompañan.
Los que saben escucharte y captar lo básico e importante de tu mensaje cuando miles de palabras brotan de tu boca y un monólogo se adueña de ellas. Cuando te ayudan a recuperar el hilo de tu discurso y te recuerdan que resumas.
 A los que te hacen reírte de ti mismo.
A los que te aman.
A los que odian.
 A los que te ignoran.
 A los que nunca estarán.
 A los que siempre están.
 A los que se alejan.
A los que van y vienen.
               Quienes se preocupan cuando llevan tiempo sin saber de ti.
 " Sabemos, a los que nos ha tocado vivirlo de cerca, que el trastorno Bipolar puede ser muy perturbador para la persona enferma y para todo aquel que permanezca cerca, porque afecta la habilidad para ser funcional en las actividades de cada día, afecta al trabajo, estudios, a nuestros familiares  y a la vida social. Todos queremos que nuestros seres queridos mantengan un saludable estado físico y sobre todo mental. Seguir la evolución de un familiar o amigo con este tipo de trastorno puede resultar muy difícil. En un primer momento todo el mundo puede asustarse por un desconocimiento general de lo que es la enfermedad. El enfermo tiende a esconder o a disimular sus estados de ánimo porque al ser tan radicales son considerados vergonzosos o porque son mal vistos por un amplio grupo social. Esto quizá, es lo más duro de llevar. Pero, ¿sabes?, también he visto que la Bipolaridad trae consigo una especial sensibilidad, esto hace que se pueda conectar mejor con el mundo menos material, con lo bueno y lo justo siempre y cuando se sepa sintonizar con lo positivo. Si este potencial del que dispone un bipolar les lleva a un crecimiento como personas debido a que quedan amplificadas todas las ideas y si estas son positivas, existirá una gran ventaja con respecto al resto de lo mortales "
Texto enviado a Saltando Muros por Diana, seguidora de nuestra página.

3 comentarios:

Diana dijo...

Gracias por la publicación! Cuando me enviaron esta carta me emocionó mucho, me tocó algo muy adentro. Ahora la vuelvo a leer y me sigue emocionando. Refleja que cuando fue escrita salió del corazón directamente, así me pareció y así se me confirmó cuando lo comenté con su autora.

Saludos y abrazos!!

Anónimo dijo...

Es un suave susurro al oido de la gente que te importa, aún sabiendo y deseando que no deben entenderte, porque sólo desde el propio padecimiento de la enfermedad se llega a la comprensión de sus mecanismos.
Desde la esperanza, y sin victimismo te susurro, mi agradecimiento. ADPP

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, creo que entre dos (amigos o familiares) esta enfermedad se puede llevar mucho mejor. Se requiere mucho compromiso, pero si se tiene es más fácil y más llevadero. Es una relación de interdependencia y cuando mi pareja está bien, yo también estoy bien.

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