martes, 16 de febrero de 2010

Desde Cádiz con amor

Cuelgo aquí un correo que nos envía un antiguo compañero Enfermero en el que vuelca sus sentimientos sobre su paso por las antiguas unidades del Hospital Psiquiátrico de Tenerife. ¡Un saludo Quique! y gracias por tus palabras de apoyo a este proyecto.


Cuando aprobé aquellos exámenes casi a finales de los 90 en el extinto H.E.C.I.T, que me permitía incorporarme a trabajar con una Interinidad por plaza vacante, rogaba a Dios que no me tocara en el Hospital Psiquiátrico, pues no sólo no tenía experiencia con la Salud Mental, sino que además, me aterrorizaba ese "tipo de pacientes". ..."Ring, Ring, hola buenos dias, le llamamos para empezar a trabajar a partir del lunes en el Hospital Psiquiátrico, ¿está disponible?...Ehhh, sí sí," le respondí mientras corría un sudor frío por todo mi cuerpo. ¿No querías sopa?, pues toma el plato lleno me dije a mí mismo. Así que desde La Orotava, arranqué mi Seat Ibiza y me colé allí, presentándome a Supervisión, para ver un poco el lugar de trabajo, dinámica , cuadrantes, etc...

Mi primer dia en la 4ª de la Unidad de Agudos fue un cúmulo de sensaciones extrañas, desconfiado, nervioso, sin dejar de mirar para detrás, y ojeando medicamentos que nunca antes había visto. Menos mal que contaba con la inestimable ayuda de un equipo de compañeros que me ofrecian todo su apoyo y respondían buenamente como podían a mis numerosas dudas. Los usuarios no paraban de encender un mechero que colgaba de una cuerda de la pared para fumar cigarrillos Krügger y sólo de vez en cuando se acercaban a mí a preguntarme qué cuándo pasaba el médico.

Poco a poco fueron pasando los dias, corriendo turnos, teniendo que bajar a Urgencias cuando tocaba para atender a algunos pacientes que con esposas y escoltados por algún Cuerpo de Seguridad, precisaban estabilizarlos e ingresarlos. Las sesiones clínicas multidisciplinares me resultaban muy interesantes, y cada vez más, me iba interesando en las patologías y en los tratamientos no sólamente químicos, sino humanos. Seguía disponiendo de un grupo de Auxiliares de Enfermería y de compañeros DUE que no me fallaban en los momentos más complicados, esto es, en los que la desestabilidad mental de los usuarios les juegan malas pasadas.

Así que, comencé a entenderles, a empatizar, pero también a ser asertivo. Y comencé a sentir, que la vida sigue siendo a veces injusta, pues quien sufre del corazón es un cardiópata, del páncreas un diabético, de los pulmones un EPOC, pero quien sufre de la mente, para muchos...sólo un loco. Y no sólamente eso, sino que pueden llegar a perder su trabajo, amigos, incluso familia, por no hablar de su propia dignidad.

Al cabo de varios meses allí, y cuando más integrado me sentía tuve que trasladarme a otra Unidad, dejando atrás un reguero de anécdotas, pensamientos y sensaciones, pero con una lección que el destino quiso que me aprendiera bien.

Casi una década después, no dejo de pensar en esa bonita experiencia, y aunque ya no ejerzo en la Salud Mental, lo hago en un Centro de Alzheimer a muchos Kms de distancia, donde el trabajo día a día con estos Pacientes no para de sorprenderme.

Un abrazo a todos los profesionales de la USA y URA del antiguo Hospital Psiquiátrico de Tenerife, mi segunda tierra.

Enrique Rodway Cantero, Enfermero.

Publicado por César M. Estévez

4 comentarios:

Blog salud mental dijo...

Por lo que veo las circunstancias van cambiando, pero las emociones y las lecciones aprendidas de las personas que tenemos la suerte de trabajar en este tipo de unidades, siguen siendo muy parecidas.
Gracias, ENRIQUE, por tu interesante aportación.
Esther.

natalia dijo...

Como Enrique, muchos somos los que empezamos nuestras andanzas por aquellos lugares. En mi caso en Estancias. La cara de mi madre fue un cuadro y no es mentira que fui con un poco de angustia. Pero a medida que pasaban los días aprendí a conocer y a reconocer que "fuera" hay mucha ignorancia y que éste es un problema más, que cursa con signos y síntomas diferentes que otras enfermedades.
Enhorabuena por el blog. Una iniciativa interesante para todos. Y en especial animar a los pacientes, que aquí tienen abierta una ventanita al exterior, que les da la oportunidad de hacerse oir (leer).
Besos.

Esther Espinosa dijo...

Pues sí,yo también recuerdo el primer día que pisé el Psiquiatríco. Allí que me planté con mis dos compañeras para hacer el rotatorio de la Especialidad de Salud Mental. Como las tres eramos peninsulares nunca habíamos estado allí,pero la información que teníamos del mismo no era muy buena.Aún recuerdo la ilusión con la que Suso,nos enseñaba la recién estrenada unidad, en pasos de ser USA.Pero lo que más me marcó fue cuando nos llevó a la URA o también conocida como Estancias, no me gustó mucho la verdad,de hecho me preguntaba cómo Isa(una magnífica compañera también andaluza, que como tú Enrique,hace dos años que volvió para su tierra)podía estar trabajando allí, sin imaginar que meses después sería yo la que pasara a formar parte de ese equipo.Si queremos acabar con el estigma que existe sobre la enfermedad mental, debemos empezar por los propios profesionales. Desde la Universidad se debe dar más importancia a la Psiquiatría y a la labor de la Enfermería psiquiátrica. No sé ahora, pero cuando yo estudié (y eso fue hace 9años, en Sevilla)desde la propia asignatura de Enfermería Psiquiátrica,no nos daban información sobre la existencia de una Especialidad como es la de Salud Mental,pero sí sabíamos que existía la de Matrona. Las prácticas consistían en una sóla semana de rotación por la unidad de agudos, semana que muchos aprovechaban para faltar o para estudiar y sin embargo, ahora con el tiempo,es de los rotatorios de los que más recuerdos tengo. Recuerdo aún muchas de las historias personales de los pacientes alli ingresados, el guardia que había en la puerta vigilando para que no se escaparan, el miedo que teníamos todos cuando entrábamos allí, el vaso de agua que una paciente le tiró a mi compañero cuando éste le dijo que él no veía nada en la tele porque estaba apagada o cómo cada mañana, hacían cola delante de un carrito, donde la enfermera les repartía un "chupito" de risperdal.Nunca imaginé que terminaría dedicandome a la Salud Mental y mucho menos en Tenerife, de hecho fue todo casual, pero lo que sí tengo claro es que me enganchó de tal forma, que ahora me sorprendo de cómo todavía, los propios compañeros de profesión te miran con cara rara cuando les dices dónde trabajas o cómo llegan incluso a rechazar contratos para no trabajar en psiquiatria, sin recordar la ignorancia que yo misma tenía hace unos años.Cuando veo a los estudiantes que llegan para hacer su rotatorio, me acuerdo mucho de mi experiencia identificandome mucho con ellos cuando al final de la semana te dicen muchos de ellos te dicen " esto es mucho mejor de lo que esperaba....me lo habían pintado tan mal...me lo imaginaba de otra forma".Lo que está claro es que la psiquiatría te gusta o no te gusta y que los pacientes necesitan a su lado profesionales que les entiendan, que comprendan su enfermedad y que no les miren con miedo o rechazo.

Blog salud mental dijo...

va por ti "Escher":
http://www.youtube.com/watch?v=E19owSLrZVw

César M.

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