martes, 25 de mayo de 2010

Mi vida: primera parte


" Nací el 7-1-1962. Mi infancia ha sido un poco triste, mis abuelos tuvieron que cuidarme, a mí me dio la poliomelitis. Mis padres nos abandonaron cuando éramos pequeños, éramos seis hermanos. Mi abuela nos metió en la casa cuna, no podía atendernos. Ella me llevaba a San Juan de Dios para que me dieran las medicinas. Iba todos los días a llevarnos comida (merienda), todas las tardes.
En mi adolescencia estuve en la casa cuna hasta los 14 años. Hice la primera comunión. Éramos cuatrocientas niñas y trescientos niños. Estuve yendo a rehabilitación todos los días con don Fernando, me daba masaje en los pies, brazos y cuello; estuve con aparato hasta los 13 años.
Ya en mi vida adulta estuve estudiando en el instituto de la casa cuna. Mi abuela me presentó a mis hermanos cuando tenía 15 años. Dejamos de estudiar. Nos pusimos todos a trabajar. Pero yo no lo permití. Me fui de mi casa a estudiar hasta 3º de BUP en un colegio de monjas. Allí conocí a un chico llamado Juan, que me dio trabajo, a la vez estudiaba y trabajaba. Estuve trabajando hasta que conocí a mi primer esposo que no quiso que trabajara en el bar. Él me buscó una casa donde tuve mala suerte, doña Mita, ella era una mujer muy mala, me hacía trabajar mucho hasta que me cansé.
Un día estaba limpiando la cocina, me dijo que estaba sucia y le tiré el cubo de agua sucia a la cabeza. Llamó a la policía y yo me marché, el policía se echó a reír. No volví más, me fui a trabajar a un chalet con don Paco y doña Elena. Estuve trabajando cinco años con los niños Tomi y Paco. Un día me encontré un sobre, era de los dueños de la finca, de ahí me dotaron y fueron mis padrinos de mi  boda... ".

Escrito por N.E.H., mujer diagnosticada de esquizofrenia

" Mi vida no tiene mucha importancia para los demás, pero sí para mi. Les hablo sobre mi trabajo, el que tenía de recepcionista y trabajaba de noche, pero era en un hotel, o sea un sueño realizado. Un día me dejaron parado. Cinco años de esfuerzo para tener un empleo bueno. Les cuento: empezaba a las once de la noche, entraba en el hotel; las novedades, empezar con el papeleo, trabajar con los ordenadores más o menos hasta las dos y media. Después esperar por los últimos clientes, tanto las llegadas como las salidas. A las seis caja y a las siete irme a casa a dormir. Esto es todo. Sólo decir que lo echo de menos. El trabajo me hacía sentir útil conmigo mismo y con los demás. También la relación con los compañeros era buena, sobre todo con uno: el cafetero Miguel. Nos contábamos las alegrías y las penas, los sueños e ilusiones. Mis sentimientos cuando trabajaba eran de tranquilidad y bienestar, bueno casi siempre, siempre hubo algún contratiempo. La tranquilidad de la noche, cosa también normal, la echo de menos".

Escrito por J.C.G., hombre diagnosticado de trastorno de ideas delirantes

" Era una bebé pequeña de siete meses, el parto se había adelantado, estaba enferma en la incubadora, pero de repente le dijeron a mi madre que ya estaba bien, pues me ponía caminando con los pies dentro del reducido nido, me empezaron a llamar las enfermeras Pinito del Oro (famosa equilibrista). Todo era bonito en mi infancia, pero a los cinco años murió mi abuelo Paíto de cáncer de pulmón, a mí no me lo dijeron pero lo intuí al ver que mi abuela lloraba al lado del teléfono donde había unos cirios encendidos. Mi abuela estaba muy triste, también otros familiares, incluido mi padre.  No me dijeron que mi abuelo ya había muerto  y cuando fui a buscar al aeropuerto a unos familiares no estaba mi abuelo, por eso supe que murió. A partir de entonces me acerqué mucho más a mi abuela Maíta. Sentí que todo iba a cambiar para ella, pues sintió una depresión aunque ella no lo admitió nunca. En la misa quería ir con ella, salí corriendo por el pasillo y le dije que la quería mucho, que yo siempre la ayudaría. Después llegaron las navidades en donde les pedía a los Reyes Magos un Nenuco y también lo pidió mi hermana Elena, oí en la noche de reyes como mis padres hablaban de los reyes, entonces yo supe quien eran los reyes. Mi padre discutía a quién dejarle el bebé más feo y a quién el nenuco. Mi padre quería regalárselo a mi hermana Elena, yo también prefería que se lo regalasen a ella. Cuando amaneció el día siguiente Elena se quedó llorando pues el nenuco me lo regalaron a mí (que es lo que quería mi madre). Entonces sin muchas palabras dije: —“te lo dejo y te lo regalo”— (y a mis padres les dije que no importaba que cuando Elena dejara de llorar yo lo volvía a coger)".

Escrito por C.R., mujer diagnosticada de esquizofrenia paranoide

" Me caí de la cuna y empieza un aterrador pánico. Tosca infancia progresando alocadamente. Yo no veía más allá de mi nariz, sentía complejos de mis amigos, inferioridad y miedos, una infancia que pasó oscura, llena de fugas para dar paso a una adolescencia en la que había cambiado de hogar. Por mi situación catastrófica en mi mente hice una visita a un psicólogo, pero mi ambiente familiar era una selva y no me pudo ayudar mucho. Vivía una fantasía que no concordaba con una realidad cuerda. Empecé a tomar alcohol y drogas, y me hacían sentir a mi mismo como si fuera el jorobado de Notredame. Había crecido pero en el fondo seguía siendo el ciervillo de la manada, con sentimientos de niño. Terminé la EGB y estudié algo de música, llegó la hora de hacer la milicia, todos mis amigos no querían ir pero yo lo veía como una peli de Rambo, cuando llegó el día me presenté, del autobús salió Rambo pero llegó Will Smith, qué miedo, qué fatal. Pedí ayuda pero no me la dieron, salí del cuartel directamente a la consulta de un psiquiatra. Hoy hace algo más de veinte años. Si no hubiera sido que no dejé las drogas y el alcohol hasta hace poco, mi recuperación hubiera sido antes, pero hoy estoy estable, lo he pasado mal, pero ha parado todo un infierno de vida que fue en el antaño ".

Escrito por J.A.C.D., hombre diagnosticado de esquizofrenia paranoide

2 comentarios:

Dulce Mª dijo...

... qué decir, gracias por abrirnos vuestros corazones y contar vuestras vivencias en el blog.
Os queremos de corazón.

Blog salud mental dijo...

Gracias, DULCE, por tus palabras.

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