lunes, 23 de mayo de 2011

Mis miedos



Ahora mismo no sé que es el miedo, el miedo simplemente me atrapa; pueden ser las personas, los grupos de personas, el tabaco fumado a través de mis compañeros, el levantarme cada día a una hora y verme forzado a ponerme un pijama y un calzoncillo junto a la presión de no haber dormido bien la noche anterior.
Existe una ansiedad dentro de mi, un miedo a mi mismo, a un yo desequilibrado junto a otro que está bien pero duerme; no puedo seguir porque me voy a convertir en una imagen sin personalidad, en un muñeco roto que trata de funcionar, he de dejar ese o esos miedos porque no me ayudan en mi recuperación; los miedos negativos se expulsan del cuerpo y se llega a un orden mental ¿hay un miedo positivo?, no lo sé, la pregunta es ¿cuándo voy a dejar de tener miedo?

Texto escrito por C.P.B., participante del taller del blog.

3 comentarios:

natalia dijo...

Sí creo que exista un miedo positivo. Aquel que te ayuda a sobrevivir, a evolucionar, a adaptarte. Sólo tienes que aprender a identificar cuál es el miedo que te ayuda.
Ánimo C.P.B.

Blog salud mental dijo...

Mucho ánimo y mucha fuerza en tu lucha diaria.
Este proceso puede parecer largo pero la recuperación, no lo duden, es posible.

César

ΣAnx_ dijo...

Yo no había sentido miedo, miedo de verdad, a la nada, hasta hace muy poco. Repentinamente y sin haberlo esperado nunca, no fui capaz de salir, fuera del refugio de mi aislamiento. Fue un miedo al miedo, al pasado, a no saber funcionar, a oír sintiendo de la calle lo que no era capaz de integrar, al dramatismo de vivir lo auténtico como irreal, a sentirme desvalido ante todo, no entender, y haberme quedado sin palabras, invadido. Fue quedarme pasivo mientras me miraba el caos más violento. Me acorralé con una inhibición. Creo por eso que la estrategia, porque es una cuestión de estrategia, es abandonarse otra vez. Quizá se coge lentamente confianza, pero hay que dejar que lo inédito vuelva de nuevo a nosotros, y vivirlo tal como es, espontáneo, igual a una aventura. Y si ocurre lo brutal otra vez, entregarse, ahora sí interpelándolo. La alucinación verbal me parece paradigmático de lo solo que puede sentirse uno ante lo que es una sobreexposición del yo. Porque puede verse simplemente como una sobreestimulación, una descarga. No creo que haya otra manera de vivir todo esto que dejando que se exprese naturalmente aunque sin negarse a la interrogación. Siempre hay un lugar a que quede en evidencia in situ lo muerto o maravilloso y si no no importa. Hay que lanzarse. Vivir y apostar siempre como si 'fueses a la muerte de otro'. No siendo necio pero dejándose llevar al final.

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