Estos días me he topado con un nuevo concepto que ha sacudido mi ya agitada conciencia: la prevención cuaternaria. O lo que es lo mismo: la indicación de no tratamiento como una intervención más de nuestro repertorio asistencial, para así evitar o atenuar las consecuencias de la actividad innecesaria y excesiva del sistema sanitario.
Para aquellos que estéis interesados en profundizar algo más en este interesante término os remito al último post del blog Postpsiquiatría. Por mi parte, hoy me voy a ahorrar los resúmenes, y simplemente voy a plantear algunos interrogantes que me ha suscitado este gran artículo.
- Si cada vez está más clara la relación entre determinados factores socioambientales (traumas, abusos en la infancia, desigualdad económica y social, abandono, aislamiento...) y la génesis y el mantenimiento de los trastornos mentales graves, por qué se sigue insistiendo en el binomio enfermedad mental-alteración cerebral como sinónimo de otras patologías orgánicas como la hipertensión o la diabetes. No estaremos incurriendo en un reduccionismo que puede resultar peligroso y nos puede hacer pasar por alto la necesidad de un abordaje integral de los trastornos mentales.
- Si también va quedando claro (numerosas investigaciones y el propio discurso de los afectados dan cuenta de ello) el estrecho vínculo entre los diagnósticos y el estigma, con el consiguiente bloqueo de procesos como la adherencia terapéutica o la recuperación, por qué utilizar las etiquetas diagnósticas como entidades explicativas y constitutivas de la biografía de seres humanos y no centrar nuestras intervenciones en grupos de síntomas concretos, relegando a un segundo plano los términos potencialmente devastadores.
- Si todos estamos de acuerdo en que el vínculo terapéutico es una variable central en la evolución de los trastornos mentales, por qué algunos profesionales se saltan esta obviedad y anteponen sus miedos, limitaciones y arrogancias varias a un trato humano y verdaderamente respetuoso hacia el paciente-usuario-diagnosticado, el auténtico experto de lo que le está ocurriendo
- Si damos como válidos (el sentido común nos induce a ello) los principios de la prevención cuaternaria, por qué no parar, reflexionar y cuestionarnos cada una de nuestras intervenciones y en caso de no tener claras las consecuencias de las mismas, simplemente no hacer (este ejemplo se ilustra mucho más nítidamente en el caso de los trastornos mentales "menores" como los malestares cotidianos, que terminan convirtiénose en carne de psicólogo o psiquiatra y adquiriendo la categoría de enfermedades con la consiguiente des-responsabilización, cronificación y pasividad frente a situaciones vitales que requieren ser cambiadas).
- Si verdaderamente creemos en la multicausalidad y multifactorialidad de los trastornos mentales, por qué no dividir la "carga" terapéutica entre los fármacos, las intervenciones psicológicas y las medidas socioambientales en vez de "crear" en serie a enfermos que terminan por verse a sí mismas como estrechas máquinas bioquímicas dependientes de un criterio externo para sobrevivir ( y malvivir, en muchos casos).
- Si lo que queremos realmente es aumentar la calidad de vida de nuestros clientes-pacientes-usuarios, por qué confundir conciencia de enfermedad con una aceptación ciega y servil de nuestras perspectivas e indicaciones, generadoras de baja autoestima y sensaciones de indefensión, rabia y dependencia (variables poco compatibles con una mejora en la calidad de vida), en vez de asimilar que la conciencia de enfermedad tiene que ver mucho más con procesos de auténtico autoconocimiento y libertad de acción.
- Si la misma Convención de las Naciones Unidas de los Derechos de las Personas con Discapacidad asume la libertad del paciente a tratarse o no y con qué métodos, por qué negar esta derecho y en nombre de qué o de quién.
Podría seguir haciéndome multitud de preguntas para las que no cuento con una única e incuestionable respuesta.
Sin embargo, sí dispongo de una creencia que es mía (cierta o no) y es la de que podemos hacerlo mucho mejor y que dentro del abanico de posibilidades para lograrlo está la capacidad de no intervenir cuando el daño sea mayor que el beneficio y de cuestionarnos muy seriamente lo que estamos haciendo.
En definitiva, o incrementamos nuestros niveles de humildad y formación, o seguiremos elevando las cifras de personas atrapadas en un diagnóstico.
Texto escrito por Esther Sanz (Psicóloga Clínica Área Externa Salud Mental Tenerife).
6 comentarios:
Comparto al 100% tus reflexiones.
Un aspecto que subyace en tu escrito, que daría para un ámplio debate, es ese peligro que supone el eliminar la responsabilidad del sujeto afectado por un trastorno mental (leve o severo), en teoría con un ánimo protector, pero que aplicado de forma generalizada puede hacer mucho daño y generar cronicidad, legitimando ciertos malestares y derivándolos hacia su medicalización.
Con lo que señalas en dar voz al afectado, creo que no podemos considerarnos "revolucionarios" al reivindicarlo, el caso de Anna O. (hace ya... algunos años) de alguna manera cambió ese paradigma rígido en el que el "poder" estaba en manos del psiquiatra, nos hizo ver que existe un saber en el paciente, un saber que a veces desborda el propio saber del profesional y que debemos escuchar.
Y a nivel de gestión (en este caso sanitaria) el tema de la prevención cuaternaria daría para profundos y enriquecedores debates (no solo en el ambito de la Salud Mental evidentemente) pero quizás era necesario entrar en un periodo de crisis como el actual para replantearnos muchas actuaciones y procedimientos cuya aportación de valor pueda estar cuestionada.
César M.
Hoy soplan vientos de cambio y no tienen nada que ver con los eslóganes políticos. Mi más sincera enhorabuena a vostro/as que los impulsáis.
"Un hombre debe ser lo suficientemente grande como para admitir sus errores, lo suficientemente inteligente como para aprovecharlos y lo suficientemente fuerte para corregirlos" (John Maxwell).
Y no son usd conplices del crimen?
cuando e ingresado salgo peor de lo que entre y vuelta a empezar?
soy parte de esa fabricasion en serie?.......................................................
Sinceramente lo de la prevencion cuaternaria me parece una autentica horterada, hoy dia esta muy de moda cambiar las cosas de nombre y pensar que con ello inventamos la polvora. La prevencion cuaternaria! Menudo nombre! No deja de ser evitar la iatrogenia, y eso lo sabian ya los antiguos griegos, los pobres de ahora estan en otras cosas, y no deja de ser que lo primero que hay que evitar es danar antes de emprender cualquier intervencion,,,nada nuevo bajo el sol,,,y bastante sentido comun,
No nos deslumbremos con las palabras y vayamos a los contenidos
Un saludo
PERE, se agradece tu valoración del esfuerzo que estamos haciendo los de "dentro". Te aseguro que no es gratuito.
ANÓNIMO 1, si consideras y sientes que no se están haciendo bien las cosas y que no se te está ayudando, reclama, pide cambio de especialista, busca nuevos recursos, infórmate, protesta, etc... Evidentemente no creo que todo el panorama sea negro. Son muchas las personas con trastorno mental grave que consiguen un tratamiento de calidad y una clara recuperación, por lo que espero que no pierdas la esperanza (sin ella lo demás no funciona).
ANÓNIMO 2, claro que aquí nadie ha inventado la pólvora. Aún así hay obviedades que es necesario repetir porque en la práctica, desgraciadamente, no son tan obvias.
Saludos a los tres y muchas gracias por comentar.
Esther.
Si DE ACUERDO PREVENCION CUATERNARIA ES EL MISMO CONCEPTO QUE IATROGENIA, PERO MUY BUENO ES RECORDAR ESTE CONCEPTO TANTAS VECES OLVIDADO
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