miércoles, 23 de diciembre de 2009

Pantomima

Leo esto en un libro, lo tiene a modo de prefacio:
" más de un hombre bueno ha acabado en el arroyo por culpa de una mujer", y pienso que yo ya tengo suficiente experiencia en nadar por esos rápidos.
Mi oficio, edad y demás, dejémoslo aparte, lo que importa de esta historia es que no vale nada, ése es su valor , y ante esto no hay nada que decir.
Una voz apagada y contrastada aparece por mi espalda y me saluda:
- ¿ Qué hay ?, Julio.
- Nada, aquí, pudriéndome poco a poco.
- Filosófico, eh?
Lo que más detesto de esta persona conocida es que siempre contesta con preguntas, o al menos casi siempre. Lo que más detesto de mí es que suelo nombrar a muchos escritores conocidos sin venir a cuenta.
Tan sólo quisiera intentar vivir lo que tendiera a brotar espontáneamente de mí. ¿ Por qué habrá de serme tan difícil ?
La persona conocida se llama Diego, un asiduo, como yo, a la tasca Gao. El tipo se va con cara de circunstancias, como si lo último no lo hubiera entendido, o quizás enfadado.
Estoy sentado en la barra desde hace un rato y la única persona que se me ha acercado a saludarme ha sido Diego. Inconscientemente lo he espantado, pienso, porque en realidad prefiero a una Diega con un par de domingas, no lo discuto.
Va pasando el tiempo absenta tras absenta. Desde que prohibieron la de 90 grados me noto más dispuesto a ligar y ya no vomito en las aceras.....

Escrito por V. , chico de 24 años diagnosticado de esquizofrenia paranoide.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...qué triste el relato... me ha dado mucha lástima del protagonista que se quedaba solo en el bar.

Bruno A.

Blog salud mental dijo...

Hola BRUNO. Muchas garcias por leernos. V. no puede contestarte directamente porque ya fue dado de alta hace unos meses. Por lo que sé, está bastante bien y no ha tenido ninguna recaída. A pesar de que era un chico serio y aparentemente frío, le cogimos un montón de cariño y él, a su modo, también a nosotros.
Recuerdo que el día de su despedida me trajo un libro de regalo y me dio dos besos. Fue un gesto muy especial para mí y con él V. me enseñó un montón de cosas, pero ese tema daría para un largo texto.
Un saludo y feliz navidad.
Esther. Psicóloga Clínica de la U.S.A.

Anónimo dijo...

"Mi oficio, edad y demás, dejémoslo aparte, lo que importa de esta historia es que no vale nada, ése es su valor , y ante esto no hay nada que decir."

Buenísima esa frase. Me ha recordado a Bukowski.

*ñ*

Blog salud mental dijo...

A V. le encanta Bukowski, no andas nada desencaminada Ñ.
Esther.

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