Tras una anterior
entrada en la que intenté sintetizar los primeros capítulos del libro de Johan Cullberg "Psicosis, una perspectiva integradora" y mi compromiso de no dejar mi post a medias, lo prometido es deuda y por ello he procurado destacar algunas ideas que me han resultado interesantes del resto de la obra (capítulos quince al veintisiete). La cursiva que añado en algunos apartados es mía.
- Hay trastornos psicóticos que evolucionan hacia la discapacidad y otros que parecen tener un buen pronóstico, y aún así, ambos cumplen criterios para la esquizofrenia. El problema radica en como distinguirlos desde el principio y en como conseguir no cronificar desde el diagnóstico y las consecuencias que este mismos diagnósticos suponen (invalideces permanentes, sentimientos de incapacidad, exclusión y estigmatización, sobremedicación, hipervigilancia del entorno hacia el diagnosticado, reducción de estimulación, etc...).
- El bajo grado de especificidad de los hallazgos neurocognitivos (inhibición pre-impulso, seguimiento visual, déficits de concentración, memoria y funciones ejecutivas, etc...) desafía la idea según la cual existirían factores orgánicos determinantes que puedan ayudar a profundizar en nuestra comprensión de estos graves trastornos.
- En la actualidad, gracias a la teoría de la vulnerabilidad al estrés no se trata de ver las causas de la esquizofrenia como mutuamente excluyentes, sino más bien como el resultado de una combinación de estresores que desencadenan una vulnerabilidad para reaccionar con un pensamiento, por lo general, anormal y concreto. Es decir, intentar abarcar toda la complejidad que entrañan los trastornos mentales graves desde posturas únicas y absolutistas, nos conducirá inevitablemente al fracaso en nuestra comprensión y tratamiento de estos trastornos.
- El hecho de que la persona con psicosis aguda carezca de una capacidad para el meta-pensamiento (alteración para mantener una teoría de la mente, expresada por la ausencia de la intersubjetividad) se basa en la definición y consideración de la psicosis como una "revolución Copernicana" en la que la persona se convierte en el centro de su propio mundo. Este proceso se puede invertir en el caso de las psicosis crónicas, donde puede existir una capacidad intuitiva elevada para saber lo que le ocurre a los otros, aunque el repliegue psíquico y social de la persona oculte esta capacidad.
- Actualmente sabemos que una de las bases del tratamiento de la psicosis es el establecimiento y mantenimiento de relaciones significativas (apoyos sólidos que transmitan seguridad, confianza, amor).
- En la psicosis, la capacidad del yo para crear significado e integrar el mundo interno y el externo, o bien se ha derrumbado o está ajustado de forma ineficaz. Esta dificultad no está siempre presente y tiende a exacerbarse en los momentos de crisis, sufrimiento, aislamiento, etc...
- El repliegue autista y la persistencia de delirios en la psicosis crónica constituyen una defensa frente a cualquier amenaza externa. Así, cuando observamos este tipo de reacciones en personas, por ejemplo, institucionalizadas, hemos de preguntarnos hasta qué punto no somos testigos de una defensa a un entorno inadecuado y no de un síntoma del trastorno.
- La vulnerabilidad para la psicosis, además del componente biológico subyacente, siempre tiene componentes psicológicos, sociales y funcionales. De nuevo, el autor insiste en la multifactorialidad de la predisposición a la psicosis.
- La psicosis se interpreta como una forma mediante la cual el individuo se ajusta a una realidad que no puede gestionar. Esta definición supondría un punto de vista diametralmente opuesto al concepto y etiquetaje de estos trastornos como enfermedades equivalentes a las biológicas (no nos es ajena la constante y desafortunada comparación de la psicosis con la diabetes o la hipertensión).
- Una persona con alucinaciones auditivas puede autoeducarse para evitar que dichas alucinaciones tomen el control y en lugar de esto, contrarrestarlas activamente reconociéndolas como alucinaciones. En esta línea los actuales tratamientos cognitivo-conductuales de alucinaciones y delirios, son útiles herramientas para el automanejo de los síntomas psicóticos. Últimamente hemos descubierto un sencillo y clarificador libro para trabajar las alucinaciones y delirios, que os recomendamos: "¿Crees que estás loco? Piénsalo dos veces".
- Uno de los aspectos más valiosos de la psicoterapia es que puede ayudar a las personas vulnerables a identificar señales tempranas, de forma que puedan actuar racionalmente y trabajar contra la regresión psicótica. Así, uno de los principales objetivos de los programas psicoeducativos (personalmente prefiero enfocarlos como programas de auto-conocimiento), estriba en identificar y manejar los pródromos o señales de alarma que podrían desembocar en una crisis psicótica.
- La psicosis es el resultado final del fracaso del yo para integrar, agrupar y ordenar los estímulos. Por ello, más allá de la eliminación del síntoma (por supuesto que necesaria en muchas ocasiones), hemos de trabajar en pro de un fortalecimiento yoico y en muchas ocasiones será necesaria una reducción estimular hasta que la crisis aguda ceda.
- Considerar la psicosis una enfermedad biológica fomenta la idea, predominante en nuestros días, de que el tratamiento farmacológico es la parte primordial y esencial del tratamiento. Así mismo, nos lleva a pensar en relaciones unidireccionales de causa-efecto y nos hace obviar aspectos esenciales de estos trastornos y sus potenciales tratamientos.
- El hecho de que la incapacidad en la psicosis para crear una gestalt (todo) significativa, globalizadora y objetiva, pueda relacionarse con alteraciones del sustrato biológico, no es lo mismo que decir que la psicosis es secundaria a alteraciones biológicas. Desgraciadamente, no podemos establecer relaciones simplistas del tipo (como hemos mencionado anteriormente) causa-efecto.
- Hasta cierto punto la persona puede aprender a controlar su psicosis y adoptar una visión más correcta de la realidad. Aunque para ello es necesario un cambio de paradigma en el tratamiento de estos trastornos (hacia un modelo verdaderamente biopsicosocial y comunitario), un trabajo terapéutico o personal profundo y a ser posible, un entorno favorable tanto familiar como social.
- La terapia electro-convulsiva no está indicada para la esquizofrenia. Las principales indicaciones son la depresión grave o manía resistentes al tratamiento con un alto riesgo de suicidio, agresión o deshidratación grave; estados catatónicos y psicosis post-parto que no mejoran transcurrido un tiempo razonable. A pesar de que Johan Cullberg rechazó este tipo de tratamientos cuando comenzó su carrera profesional, parece que el estudio y la experiencia le llevaros a estas conclusiones.
- En la última década del siglo XX, gracias a los nuevos métodos de investigación como el TEP (tomografía por emisión de positrones), fue posible demostrar que el efecto antipsicótico se alcanza con tan solo la décima parte de las dosis habitualmente prescritas. Recordemos que en un 25-30 % de casos los tratamientos antipsicóticos no son efectivos y que en el resto su efectividad puede ser parcial, por lo que empeñarnos en aumentar dosis o en mezclar diferentes fármacos neurolépticos, puede, en muchas ocasiones, causar más daño que beneficios.
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